Cuando vi que Sylvain Chomet, el director de la deprimente Bienvenidos a Belleville, había hecho una comedia dramática no me lo creí mucho. Y efectivamente he constatado que de comedia no tiene absolutamente nada esta segunda película del director, es tan melancólica y triste como la primera. También como la primera, difiere mi gusto de la crítica y de todo el mundo, que la dan de notable para arriba. Me he aburrido como una mona, así que ya todo lo demás me importa poco. Empiezo a pensar que para los franceses animación para adultos es sinónimo de ausencia de ritmo, de historia y del menor atisbo de alegría.
El guión lo empezó el mismísimo Jacques Tati a finales de los 50 y en ese tiempo situó la acción, en el que el music hall estaba muriendo en favor de los nuevos grupos de pop-rock. El protagonista, al que han dibujado como el propio Jacques Tat, es un viejo y pobre mago que no encuentra ya sitio ni trabajo en este mundo nuevo. En su camino se topa con una niña con la que congenia y ambos intentan sobrevivir juntos.
La animación es muy correcta, me gustan sobre todo las ciudades bajo la lluvia ilustradas con mucha delicadeza y detalle. La música, del propio director, nostálgica y minimalista, acompaña muy bien. Pero, como ya apuntaba, el problema es lo aburrido que resulta el conjunto. Cosa que aumenta por el hecho de no tener diálogos, apenas un puñado de palabras. Y el final, como no, sin posibilidad de esperanza, lacrimógeno y tan deprimente que me pregunto para qué sirve, nada bueno me ha aportado este visionado. Bueno, tal vez algo sí, me quedan ganas de ver si el verdadero Tati tenía tan poca gracia como lo pintan aquí.
Es un desvaído 4.
Debo reconocerte que no tuve y no tengo ninguna gana de verla!!! bss
ResponderEliminarTenía ganas de verla, pero no la pones tan bien como esperaba...
ResponderEliminarTú mira Manderly si te gustó Bienvenidos a Bellville, porque esta es del estilo pero un poco más aburrida.
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