Tiene mérito esta cinta, porque con lo poco que me interesa la historia política de EEUU, me consiguió pegar al asiento la muy condenada. Y encima el relato de los años posteriores al mandato de este -desastroso- presidente. Concretamente las entrevistas que el famoso periodista británico David Frost le hizo.
Nixon dimitió por estar hasta el cuello en el caso Watergate y después de un silencio sepulcral decide conceder dichas entrevistas pensando que se iba a comer con patatas a un periodista sensacionalista curtido en programas más o menos basura, y así iba a lavar su sucia imagen ante el mundo. Si le salió el tiro por la culata o aguantó el tipo es algo que la gente culta ya sabía de antemano porque es historia moderna. Pero como yo no tenía ni idea del desenlace me lo pasé pipa viendo el duelo interpretativo entre Frank Langella y Michael Sheen. Geniales están los dos. Al director Ron Howard no le tenía yo muy en cuenta, porque de sus muchas pelis he visto 5 ó 6 y no me entusiasmaron. Pero a partir de ahora le haré más caso.
Me gustó mucho esta pela. Las actuaciones me parecieron impecables.
ResponderEliminarEsta película fue una de las grandes infravaloradas/ignoradas del año. A mí me fascinó.
ResponderEliminarSí, sí, a mí también me sorprende la poca publicidad que tuvo para lo buena que es. Fue una agradable sorpresa.
ResponderEliminarNo soy fan del señor Ron Howard, pero en este film me sorprendió. Una historia muy bien llevada desde el principio que sabe mantenerte atento a la pantalla.
ResponderEliminarLa llamada nocturna de Nixon a Frost, me parece impecable y la que mejor define a ambos personajes.
Mi enhorabuena, Mister Howard.
Seee! La llamada nocturna sorpresa me dejó KO, menudo golpe de efecto, y que monólogos del presidente.
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