Como no voy a asistir a mi cita anual con él. A Woody le esperamos como a Papa Noel, con ilusión y sabiendo que no fallará, año tras año, ahí está derrochando talento, imaginación y buen hacer. En fin unas veces derrocha más y otras menos. En esta, la última entrega de lo que han llamado su trilogía londinense, no es el mejor Allen. Pero ¿qué carajo? Ya quisieran muchos tener estas entregas “menos buenas” del genio como su mejor película. De las tres la mejor sin duda es la primera, Match Point. Pero tienen un denominador común que, al menos a mis ojos, las hace muy interesantes todas. Me llama la atención lo claramente que nos explica el director su idea del Bien y del Mal, como puede existir en términos absolutos (como aquí), relacionado con la suerte en la vida (como en la primera), o con el deseo como elemento cegador (en Scoop). Lo consigue con esa construcción precisa de personajes que le caracteriza. Y es que jolines me dan miedo a veces, me da miedo lo que veo de mi misma reflejado en ellos. ¿A quien no le daría miedo esa suerte de Abel literalmente imposibilitado para vivir después de lo que ha hecho? Aún se me ponen los pelos de punta. Siempre nos da que pensar este hombre.
La palícula, como me pasa siempre con W.A. me dejó un poco frío al salir del cine, pero me ha ido gustando más conforme ha pasado el tiempo.
ResponderEliminarEs el Woody de siempre; lo amas o lo odias. A mí me gustan una buena parte de sus películas y a pesar de que flojee un poco últimamente, sigue siendo de lo mejorcito de la cartelera.
Yo le echaría en cara que sus últimas películas son un poco un refrito de otros buenos momentos que nos ha dado en el pasado.
Un beso.
Pues yo estoy en el grupo de los que lo aman. Adoro su genialidad, me parece un tío realmente inteligente y coherente.
ResponderEliminarLo del refrito, bueno ¿qué quieres? lleva mil películas, ya parece imposible que cada una sea totalmente diferente a las demás. Aún así, creo sigue sorprendiéndonos.